Estar ante un tribunal, sea para el fin que sea, es algo muy estresante. Seguramente hayas asistido a uno y sepas de lo que te estamos hablando. O, seguramente, te lo puedes imaginar… Incluso los abogados se ponen nerviosos antes de acudir un juicio. Y un intérprete judicial… ya, ni os contamos. Menos mal, que aun así, ambos son especialistas en prepararse, guardar la calma y asesorar a sus clientes en la medida de lo posible. Del abogado, seguramente sepas ya algo, pero ¿y del intérprete judicial? Sigue leyendo, que en este post te contamos todo acerca de este profesional, una figura que suele pasar desapercibida.

¿Qué es, entonces, la interpretación judicial?

Ya lo dice su nombre, la interpretación judicial es aquella que se desarrolla en un juicio. En ella, el intérprete actúa como mediador entre el juez, los acusados, testigos, demandantes, funcionarios o cualquier interviniente que no hable el idioma oficial del Juzgado. El intérprete se encarga, pues, de garantizar que la comunicación sea efectiva.

Esta se trata de una rama especializada de la interpretación que requiere formación especial, experiencia, competencia y la práctica de una técnica: la interpretación consecutiva. Mediante esta técnica, el profesional traduce tras escuchar segmentos del discurso, de modo que el intérprete y el ponente se alternan a medida que se desarrolla el discurso. Esta técnica permite escuchar la versión de origen y, a continuación, la versión del intérprete en el otro idioma, por lo que obliga a que todo el contenido que vaya a interpretarse se tenga que decir dos veces (en los dos idiomas).

Competencias de un intérprete judicial

Como te habrás dado cuenta, interpretar es una tarea mentalmente agotadora y exigente, por lo que es necesario que el intérprete esté muy bien formado. Entre otras muchas cosas, un intérprete judicial debe:

  • desenvolverse perfectamente en los dos idiomas para los que interviene,
  • contar con amplios conocimientos de derecho y de la temática a tratar,
  • ser capaces de traducir espontáneamente (en un juicio puede ocurrir de todo),
  • tener un sólido conocimiento de terminología jurídica y legal,
  • conocer los sistemas legales de diferentes países (muchos no tienen equivalentes entre ellos),
  • mantenerse al día de cualquier cambio de leyes o terminología,
  • saber plantar cara al estrés,
  • permanecer imparcial en todo momento.

Retos externos a los que se debe enfrentar un intérprete judicial

Pero, además, el intérprete ha de saber enfrentarse a retos para los que es más difícil prepararse:

  • La velocidad a la que hablan los miembros del tribunal: los ponentes muchas veces no tienen en cuenta las pausas en el discurso que necesita el intérprete.
  • La acústica: las salas de los juzgados pueden ser muy grandes y si no cuentan con altavoces, puede suponer que el intérprete tenga problemas para oír y hacerse oír.
  • Los acusados y testigos citados a juicio pueden estar sometidos a mucho estrés, lo que puede afectar a su habla.
  • El intérprete judicial no está escondido en una cabina, sino de pie ante el tribunal. Esto puede ser difícil, ya que muchas personas hablan directamente con el intérprete, en vez de con el cliente.

¿Cómo se prepara una interpretación en tribunales?

Los intérpretes deberán prepararse para el caso de igual forma que lo hacen los abogados: investigando todos los términos que puedan aparecer en el juicio, así como analizando todos los documentos constituyentes del caso.

Para ello, es muy útil solicitar información sobre el caso para poder leerlo todo con detenimiento, meterse en el tema y situar a los distintos actores y participantes en el juicio con sus respectivos nombres y cargos y preparar todo a fondo, puesto que hablarán de procesos muy especializados. Por último, es muy útil y casi obligatorio plantear las dudas que tengas antes del juicio.

La figura del intérprete judicial

Si tenemos en cuenta que cada vez hay más extranjeros, en muchos casos, que no conocen nuestra lengua, entenderemos la importancia de esta figura. Se trata de un profesional altamente cualificado que actúa como mediador lingüístico entre el sistema judicial y las partes. Juega, pues, un papel fundamental en el funcionamiento de la justicia del país, al ser el nexo de unión entre el ciudadano, los abogados y los jueces.